Opinión personal
Killing Stalking ha sido mi lectura favorita por muchos años ya. No ha habido ningún otro libro que me hiciese sentir tanto miedo, tanta confusión, tanto rechazo, y a la vez me haya absorbido más. Durante el gran hiatus que tuvo entre la primera y segunda temporada, me pasaba los días refrescando la página y releyendo los capítulos ya subidos. Y ahora, que ha acabado, de vez en cuando me pesa el corazón de lo mucho que echo de menos a los personajes, la historia y la emoción que me hacía sentir.
Hay varios momentos que, literalmente, han marcado mi vida. Se que nunca me voy a olvidar de el juego de cartas, de el principio de la segunda temporada, de el viaje a la nieve, de el parque de atracciones… Esos recuerdos se quedarán conmigo hasta el día que me muera. Y esa es una de las cosas que más me gusta, que a bien o a mal, este relato no deja a nadie indiferente.
Y hablando ahora de cosas que producen impacto en el lector… ¿El final de Killing Stalking? Una genialidad. Una vez más Koogi nos sorprende con acontecimientos que jamás hubiésemos esperado. El asesinato de Sangwoo es simplemente exquisito.
En cuanto a la parte artística, Killing Stalking destaca por un diseño muy enriquecedor y potenciador de la trama. Koogi, consigue que Killing Stalking esté a otro nivel gracias a la forma en la que dibuja a los personajes y como expresan sus emociones. Cuando empezamos a leer su obra nos encontramos con viñetas medio incompletas, las cuales crean un ambiente siniestro y perturbador.
Por último, mencionar la única canción a la que se hace referencia en la extensión de la obra. Sin lugar a dudas, esta bellísima y descorazonadora canción de Fugees, es una magnífica elección. Es banda sonora de los momentos más álgidos de la locura de nuestros protagonistas.
La primera vez que suena, es el momento en el que tanto el lector como Yoon Bum son golpeados por la realidad de los hechos. Jugando con un cuchillo en el recibidor, cortando la trayectoria de Yoon Bum y su libertad, Sangwoo canta suavemente Killing Me Softly With His Song. Aunque la escena no es violenta, como muchas otras que a esas alturas pudiésemos haber visto, psicológicamente es demoledora.
Dos cosas quedan claras en la mente del lector:
No hay escapatoria.
Estoy a merced de su locura.



